Un
nuevo mundo
Quisiera
construir un nuevo mundo hoy
Un
mundo que no mienta, que sepa dar amor
Que
olvide rencores y tristes pesares
Que
olvide las guerras, que mire adelante.
No
un mundo cualquiera
¡Yo
quiero un mundo distinto!
Que
busque el bien del hermano
Que
tenga un corazón de amigo.
Quisiera
zafarme de esta cruda realidad
Hombres
necios y orgullosos
Hombres
que no saben perdonar
Quisiera
poder decir con fuerza hoy:
¡Basta
ya de las guerras!
¡Basta
ya del odio en los corazones!
Deja
todo en el pasado
Y
por favor escucha mis razones.
De
qué sirve guardar adentro rencores y pesares
Compartir remordimientos y enemistades
es temible el sentimiento de odiar a alguien
Ni el hombre más cruel se siente bien cuando lo hace
TU
AMOR
A la luz del cielo yo escribo poesía
Para que llegue a tu alma mi dulce melodía
Las nubes inspiran las letras que me nacen
Versos sinceros, de esos que ya no hacen.
A la luz del día yo te escribo
Para explicarte lo que siento
Que te amo con pasión y locura
Y que te amaré hasta la
muerte
Porque tu amor es un tesoro escondido entre la
arena,
Lo encontré una mañana cuando era primavera
Es más valioso que el oro y las riquezas
La flor más hermosa, la de dulces rarezas.
Tu amor es así, dulce como la miel
Es suave como el capullo de una mariposa
Es inquebrantable como lo que te escribo
Es perfecto, como Dios quería que fuera.
Autora:
Rosa
Carolina Diez Espino
La guerra de las palabras
“La primera víctima de la guerra es la verdad”, dijo el congresista demócrata
estadounidense, Hiram Johnson, en 1917.
La responsabilidad de los medios de comunicación y su papel en la formación de la opinión pública es enorme, según el veterano periodista australiano, Phillip Knightley, autor de varios libros sobre el lenguaje en tiempos de guerra.
Knightley conversó con BBC Mundo y nos explicó las distintas etapas del proceso de “desinformación” en momentos de conflicto y la necesidad de que el público esté atento y cuestione todo lo que se dice, venga de dónde venga.
- ¿Cómo es este proceso que usted denomina de “desinformación”?
“Si observamos las guerras en la historia contemporánea, desde la de Crimea hasta la más reciente en Kosovo, hay un proceso que se repite irremediablemente en la cobertura de un conflicto. Este proceso consta de cuatro etapas que son: la inevitabilidad de la guerra, la demonización del líder contrario, la demonización del pueblo enemigo y, por último, el relato de las atrocidades cometidas por aquellos contra quienes vamos a luchar”.
- ¿Cómo se desarrollan esas cuatro etapas?
“La primera empieza cuando los corresponsales de guerra y los editorialistas de los medios llegan a la conclusión de que las negociaciones son imposibles y que la guerra es inevitable.
Desinformar en cuatro fases
Primera: Ya no es posible el diálogo
Segunda: Satanizar al líder enemigo
Tercera: Satanizar a la población enemiga
Cuarta: Relatos de atrocidades
Inmediatamente y para estimular el patriotismo viene la demonización del enemigo que al principio se centra en la figura del líder.El enemigo no es humano, es un demonio. En el conflicto del Golfo, vimos como a Saddam Hussein se le comparaba con Hitler. Este tipo de comparaciones trae inmediatamente a la mente de la gente el terror relacionado con la otra figura del pasado. Después viene la demonización del pueblo al que se va a atacar. Ahí se recurre a historias que demuestran que la gente a a la que se va a atacar no es civilizada y que se merecen lo que les va a ocurrir.
Los alemanes en la segunda guerra mundial fueron descritos como los hunos, bárbaros que no entendían nuestra civilización y, por lo tanto, había que acabar con ellos. Y, por último, la cuarta etapa es en la que se revelan las atrocidades cometidas por el enemigo en el pasado y que vienen a justificar finalmente la guerra que se avecina”.
-Estas historias de atrocidades suelen tener un efecto muy fuerte sobre la opinión publica.
“Sí, pero desgraciadamente, la mayor parte de ellas son inventadas como después se demuestra.
Saddam Hussein.
Saddam Hussein. la prensa hizo famosa su expresión “la madre de todas las guerras”.
Durante la primera guerra mundial, se hizo circular la historia de que los alemanes lanzaban bebés belgas al aire y los ensartaban con sus bayonetas. Y en la guerra del Golfo se dijo que los iraquíes habían desconectado las incubadoras de los hospitales, matando a los bebés que había dentro para enviar la maquinaria a Irak. Se comprobó que todo era totalmente mentira”.
-En su opinión, ¿en qué fase estaríamos ahora en la actual crisis?
“Estamos entre las fases dos y tres. Ya hemos satanizado al enemigo.
Lean todo con un enorme grado de escepticismo, pregúntense por qué esa información llegó a los titulares, por qué los gobiernos la hicieron pública, por qué les estamos contando estas historias; y después, que usen su propio juicio para digerirlas y analizarlas
Una de las formas de hacerlo es acusarlo de estar loco.Según las informaciones de la época, Hitler, estaba loco, Saddam Hussein era un psicópata y eso mismo se dice de Osama Bin Laden. Unos de los principales semanarios británicos tenía un titular esta semana que rezaba: Bin Laden: dentro de la mente de un psicópata”.
-Pero en la actual situación parece difícil satanizar a un pueblo, el afgano, que tiene más aspecto de víctima que de villano.
“Sí eso pensé yo al principio, pero, sin embargo, se está haciendo. Los periódicos europeos están llenos de historias de cómo toda la heroína incautada en los últimos años en Europa llegó de Afganistán. En otras palabras, se insinúa que todos los afganos se dedican al narcotráfico o a la producción de drogas perniciosas”.
-A su juicio, ¿son los medios de comunicación cómplices del poder o simplemente malos profesionales?
“Somos cómplices en el sentido en que deberíamos cuestionar más lo que se nos dice y profundizar más en la información que se nos facilita.
Los afganos, ¿víctimas o verdugos?.
Muchas veces es muy difícil informar objetivamente porque nuestras fuentes están en los propios gobiernos. Otro factor es que las guerras no ocurren todos los días, y muchas veces una generación de periodistas que aprendió una lección en la guerra anterior ya no está informando cuando ocurre la siguiente sino que ya hay una nueva generación que desconoce los peligros”.
- ¿Cómo pueden los medios evitar caer en los mismos errores del pasado?
“Tenemos que ser muy, muy meticulosos. También debería haber algún tipo de Abc del periodismo de guerra obligatorio para todos los que practicamos esta profesión y continuas revisiones de las informaciones que nos permitan evitar el caer una y otra vez en los mismos errores”.
-¿Cree que el hecho de que los atentados del 11 de septiembre fueran en el corazón de Occidente tuvo un efecto especial en los medios de comunicación?
“Sí, sin duda. Particularmente, en Estados Unidos nadie había visto de cerca los resultados de un acto de guerra.
En la guerra del Golfo se dijo que los iraquíes habían desconectado las incubadoras de los hospitales, matando a los bebés kuwaitíes que había dentro para enviar la maquinaria a Irak. Todo esto se probó después totalmente mentira.
Bush dice que ‘América está en guerra’, pero la realidad, es que Estados Unidos siempre está en guerra porque siempre tiene tropas actuando en algún país del mundo, pero esta vez la guerra es más real que nunca para ellos.Esta vez las imágenes no son de algún lugar remoto y no han sido quirúrgicamente limpiadas en la televisión o la radio. Esta vez les llegó a la puerta de casa. La sociedad civil de EE.UU. ha podido ver y sentir de cerca lo que es la guerra y eso explica la reacción emocional de los medios de comunicación de aquel país”.
- ¿Y cuándo llega la reflexión?
“La reflexión llega con el tiempo. Si la acción militar sigue retrasándose hay más posibilidades de que los medios empiecen a plantearse de nuevo que quizá la guerra no es la mejor solución.
Adolf Hitler.
Hitler, el villano al que siempre se recurre.
Es la naturaleza misma del periodismo que es inmediato y necesita acción todo el tiempo. Si no hay acción, entonces la historia tiene que moverse en algún otro sentido. Así que hay más posibilidades de que se filtren opiniones o tonos más, digamos, pacifistas. Pero áun es pronto para eso”.
“La verdad es la primera víctima de la guerra”, ¿Cómo se defiende el público de eso?
“Yo diría que es muy difícil pero les animaría a que lean todo con un enorme grado de escepticismo, a que se pregunten por qué esa información llegó a los titulares, por qué los gobiernos la hicieron pública, por qué les estamos contando estas historias; y después, que usen su propio juicio para digerirlas y analizarlas”.
La responsabilidad de los medios de comunicación y su papel en la formación de la opinión pública es enorme, según el veterano periodista australiano, Phillip Knightley, autor de varios libros sobre el lenguaje en tiempos de guerra.
Knightley conversó con BBC Mundo y nos explicó las distintas etapas del proceso de “desinformación” en momentos de conflicto y la necesidad de que el público esté atento y cuestione todo lo que se dice, venga de dónde venga.
- ¿Cómo es este proceso que usted denomina de “desinformación”?
“Si observamos las guerras en la historia contemporánea, desde la de Crimea hasta la más reciente en Kosovo, hay un proceso que se repite irremediablemente en la cobertura de un conflicto. Este proceso consta de cuatro etapas que son: la inevitabilidad de la guerra, la demonización del líder contrario, la demonización del pueblo enemigo y, por último, el relato de las atrocidades cometidas por aquellos contra quienes vamos a luchar”.
- ¿Cómo se desarrollan esas cuatro etapas?
“La primera empieza cuando los corresponsales de guerra y los editorialistas de los medios llegan a la conclusión de que las negociaciones son imposibles y que la guerra es inevitable.
Desinformar en cuatro fases
Primera: Ya no es posible el diálogo
Segunda: Satanizar al líder enemigo
Tercera: Satanizar a la población enemiga
Cuarta: Relatos de atrocidades
Inmediatamente y para estimular el patriotismo viene la demonización del enemigo que al principio se centra en la figura del líder.El enemigo no es humano, es un demonio. En el conflicto del Golfo, vimos como a Saddam Hussein se le comparaba con Hitler. Este tipo de comparaciones trae inmediatamente a la mente de la gente el terror relacionado con la otra figura del pasado. Después viene la demonización del pueblo al que se va a atacar. Ahí se recurre a historias que demuestran que la gente a a la que se va a atacar no es civilizada y que se merecen lo que les va a ocurrir.
Los alemanes en la segunda guerra mundial fueron descritos como los hunos, bárbaros que no entendían nuestra civilización y, por lo tanto, había que acabar con ellos. Y, por último, la cuarta etapa es en la que se revelan las atrocidades cometidas por el enemigo en el pasado y que vienen a justificar finalmente la guerra que se avecina”.
-Estas historias de atrocidades suelen tener un efecto muy fuerte sobre la opinión publica.
“Sí, pero desgraciadamente, la mayor parte de ellas son inventadas como después se demuestra.
Saddam Hussein.
Saddam Hussein. la prensa hizo famosa su expresión “la madre de todas las guerras”.
Durante la primera guerra mundial, se hizo circular la historia de que los alemanes lanzaban bebés belgas al aire y los ensartaban con sus bayonetas. Y en la guerra del Golfo se dijo que los iraquíes habían desconectado las incubadoras de los hospitales, matando a los bebés que había dentro para enviar la maquinaria a Irak. Se comprobó que todo era totalmente mentira”.
-En su opinión, ¿en qué fase estaríamos ahora en la actual crisis?
“Estamos entre las fases dos y tres. Ya hemos satanizado al enemigo.
Lean todo con un enorme grado de escepticismo, pregúntense por qué esa información llegó a los titulares, por qué los gobiernos la hicieron pública, por qué les estamos contando estas historias; y después, que usen su propio juicio para digerirlas y analizarlas
Una de las formas de hacerlo es acusarlo de estar loco.Según las informaciones de la época, Hitler, estaba loco, Saddam Hussein era un psicópata y eso mismo se dice de Osama Bin Laden. Unos de los principales semanarios británicos tenía un titular esta semana que rezaba: Bin Laden: dentro de la mente de un psicópata”.
-Pero en la actual situación parece difícil satanizar a un pueblo, el afgano, que tiene más aspecto de víctima que de villano.
“Sí eso pensé yo al principio, pero, sin embargo, se está haciendo. Los periódicos europeos están llenos de historias de cómo toda la heroína incautada en los últimos años en Europa llegó de Afganistán. En otras palabras, se insinúa que todos los afganos se dedican al narcotráfico o a la producción de drogas perniciosas”.
-A su juicio, ¿son los medios de comunicación cómplices del poder o simplemente malos profesionales?
“Somos cómplices en el sentido en que deberíamos cuestionar más lo que se nos dice y profundizar más en la información que se nos facilita.
Los afganos, ¿víctimas o verdugos?.
Muchas veces es muy difícil informar objetivamente porque nuestras fuentes están en los propios gobiernos. Otro factor es que las guerras no ocurren todos los días, y muchas veces una generación de periodistas que aprendió una lección en la guerra anterior ya no está informando cuando ocurre la siguiente sino que ya hay una nueva generación que desconoce los peligros”.
- ¿Cómo pueden los medios evitar caer en los mismos errores del pasado?
“Tenemos que ser muy, muy meticulosos. También debería haber algún tipo de Abc del periodismo de guerra obligatorio para todos los que practicamos esta profesión y continuas revisiones de las informaciones que nos permitan evitar el caer una y otra vez en los mismos errores”.
-¿Cree que el hecho de que los atentados del 11 de septiembre fueran en el corazón de Occidente tuvo un efecto especial en los medios de comunicación?
“Sí, sin duda. Particularmente, en Estados Unidos nadie había visto de cerca los resultados de un acto de guerra.
En la guerra del Golfo se dijo que los iraquíes habían desconectado las incubadoras de los hospitales, matando a los bebés kuwaitíes que había dentro para enviar la maquinaria a Irak. Todo esto se probó después totalmente mentira.
Bush dice que ‘América está en guerra’, pero la realidad, es que Estados Unidos siempre está en guerra porque siempre tiene tropas actuando en algún país del mundo, pero esta vez la guerra es más real que nunca para ellos.Esta vez las imágenes no son de algún lugar remoto y no han sido quirúrgicamente limpiadas en la televisión o la radio. Esta vez les llegó a la puerta de casa. La sociedad civil de EE.UU. ha podido ver y sentir de cerca lo que es la guerra y eso explica la reacción emocional de los medios de comunicación de aquel país”.
- ¿Y cuándo llega la reflexión?
“La reflexión llega con el tiempo. Si la acción militar sigue retrasándose hay más posibilidades de que los medios empiecen a plantearse de nuevo que quizá la guerra no es la mejor solución.
Adolf Hitler.
Hitler, el villano al que siempre se recurre.
Es la naturaleza misma del periodismo que es inmediato y necesita acción todo el tiempo. Si no hay acción, entonces la historia tiene que moverse en algún otro sentido. Así que hay más posibilidades de que se filtren opiniones o tonos más, digamos, pacifistas. Pero áun es pronto para eso”.
“La verdad es la primera víctima de la guerra”, ¿Cómo se defiende el público de eso?
“Yo diría que es muy difícil pero les animaría a que lean todo con un enorme grado de escepticismo, a que se pregunten por qué esa información llegó a los titulares, por qué los gobiernos la hicieron pública, por qué les estamos contando estas historias; y después, que usen su propio juicio para digerirlas y analizarlas”.
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